Les comparto un cuento que escribí :
Nací si mi memoria no me falla hace algo mas de 21 años, que si lo pienso detenidamente la verdad no son para tanto, me veo y pienso que no estoy tan mal, y es que si me conocieras tal vez dirías “no esta tan mal para la edad que tiene, ¿de verdad tiene 21 años?”, claro que con el paso de los años, el tiempo me ha hecho poco a poco envejecer, que ese es su trabajo ¿cuál si no ese?, en fin, mi edad no es tan importante como lo que ahora leerás. Te cuento mi historia.
Yo nací siendo muy pequeñita, blanca, muy blanca, al menos eso es lo que recuerdo cuando escuchaba las conversaciones que tenían mis padres cuando hablaban de mí, de mis cosas, casi los puedo ver ,como si hubiera sido apenas el día de ayer, sentados en el suelo, uno frente al otro en la alfombra color champagne que estaba en medio de la sala, se pasaban la noche charlando a la orilla de la chimenea hasta ya muy entrada la madrugada, escuchaba del orgullo que les provocaba el saber que me tenían, de lo muchos años que habían esperado mi llegada, de cómo había crecido en tan pocos años, de lo guapa que me había puesto,!!! claro!!! , mucho le debo a mi madre, que siempre se afanaba en los detalles de mi aspecto, quería que me viera siempre casi de gala, y en verdad que si lo estaba, yo era su orgullo.
Hablo de los buenos tiempos, los tiempos de pan, de rosas y de vino, de aquellos lejanos días cuando por todos los rincones se escuchaban risas infantiles, platicas amenas, palabras de amor, de aquellos días que rezumaban alegría y paz por todas partes.
Recuerdo que por todas las habitaciones se podía respirar un aroma suave y perenne a jazmín que a mi madre tanto le gustaba, la recuerdo llegando del mercado con sus brazos rebosantes de esas flores y las repartía por todos los rincones . Y en la cocina aun se logra percibir en las paredes ocre un olor dulzon, mezcla de canela y azúcar que mi madre utilizaba para preparar aquellas galletas que a mi padre le encantaban y que comían después de la cena.
Les hablo de aquellos días lejanos, esos días de felicidad, que con los meses, de los muchos meses vi como al igual que el perfume del jazmín, el del azúcar y la canela, y el aroma del amor, se fueron perdiendo para siempre.
Y un buen día ó seria más propio decir...un mal día, y sin tocar la puerta, se colaron por ahí maldita sea, los días malos, llegaron con la misma gélides del crudo invierno y con su aliento frío esos días terminaron por apoderarse de nosotros, la más rabiosa tempestad se instalo para siempre en nuestras vidas sin importarle que allá afuera estuviera brillando el sol, el que trae los tiempos de primavera,
Por primera vez en mucho tiempo todo lo que había alrededor parecía estático, inmóvil, un silencio como hoz cortaba la piel, no hubo mas flores por los jarrones, solo quedaban de ellas pétalos secos sobre las mesas, el aire era una mezcla enrarecida por la humedad y la ceniza de la chimenea que nunca volvieron a encender, las ventanas se cerraron para siempre por alguna razón que no entendía, selladas a cal y canto, la luz ahora estaba afuera, al igual que los tiempos de risas, el espíritu del desamor las guardo en el sótano para no volver a saber de ellas nunca mas.
Así llegaron los días interminables de lluvias de lagrimas de mi madre, aun puedo recordarla, cuando por las noches , dentro de su cuarto con los ojos enrojecidos de mal dormir y tanto llorar, sin hablar, perdida en algún laberinto de ella misma, frotándose las manos, meciéndose los cabellos, repitiéndose!!!! Porque??? !!! escuchando música de mucha tristeza que flotaba por el aire del cuarto y sus notas negras incrustándose como balas en las paredes que la protegían.
El tabaco y el café eran el alimento y sustento que mi madre prefería por aquellos días, mientras yo,atónita, sin moverme, contemplando su tristeza, observaba como su rostro, sus manos, toda su piel recogía un color amarillo paliduzco, muy parecido al mío, yo ya no quería verla sufrir, prefería cerrar los ojos antes de continuar contemplando sobre las paredes, las sombras de su pena.
De mi padre, hay realmente muy poco que decir, apenas si puedo recordar el día en que nos dejo a mi madre y a mí, sin decir nada una tarde de verano tomo sus cosas, las metió a toda prisa en dos grandes maletas, mi madre, poco, prácticamente nada hizo por detener a mi padre para que no se marchara, y a partir de aquella calurosa tarde que lo vi salí por la puerta, no he vuelto a saber nada de él, aun hay días en que me pregunto que habrá sido de su vida.
Meses mas tarde, muy de mañana alguien toco a la puerta, mi madre le pidió que pasara, con los restos que le quedaba de cortesía y buen humor ofreció café se acomodo en un sillón la sala, charlando con aquel tipo que hacia apenas 15 días atrás había venido por primera vez, dejó un maletín que puso sobre la mesa, saco un montón de papeles que mi madre leía de mala gana, dos horas después la vi firmando esos papeles, el tipo esbozando una sonrisa después de darle un apretón de manos se despidió, pensé que no lo volvería a ver.
Al día siguiente por la tarde se estaciono en la calle un enorme camión, que tenia en su costado un enorme letrero en rojo que decía “ MUDANZAS” no sabia yo que sabía yo que significaba aquello, de repente enrtaron varios hombres por la puerta y sacaron uno a uno todos los muebles que se encontraron, con gran agilidad lo acomodaron dentro del camión, seguía sin entender lo que pasaba.
Entonces la vi, vi a mi madre, sola, en lo más profundo de los silencios, viéndome de arriba a abajo, percibí en sus ojos un poco de melancolía, ella como mi padre, como los muebles, como los buenos tiempos, así, también se marcho, desde aquello han pasado ya 3 años.
No volví a saber de mis padres, ni mi madre me visita ya, aun guardo la esperanza que algun día se acuerde de mi , quiero saber de ella de nuevo, hace algunos meses creo sin afirmar que alcancé a ver la silueta de mi madre, cruzando la acera, alzo la cabeza, me vio apenas de reojo y así como la vi se fue. La extraño mucho.
Dentro de algunas semanas cumpliré 22 años de existir y tristemente 3 de abandono, es verdad que el tiempo me ha estropeado un poco, pero aun sigo conservando la hermosura de mis días felices, de color eso si no ando muy bien, tengo múltiples dolores y a veces con el viento frió me da por hacer cosas medio raras, veo como el aire hace pequeños remolinos con el polvo acumulado en el suelo, las ventanas hace años que están rotas y rechinan las puertas.
Últimamente algunos chicos vienen a jugar aquí, se fascinan viendo como las golondrinas hacen sus nidos de paja y ramas secas entre las vigas de madera que hay en el techo, eso me hace muy feliz, siempre me ha gustado escuchar las risas simples de los niños, me ponen contenta aunque sea solo por unas cuantas horas, al menos durante esos momentos olvido mi soledad.
Al caer la noche se van, esa es su costumbre, pero se que volverán pronto, quizás hasta traigan a mas chicos y con ellos vendrán mas risas, mas juegos, mas felicidad, con eso me conformo, no aspiro a más. ¿A qué mas puede aspirar una casa abandonada?.....una casa abandonada como yo.